sábado, 6 de junio de 2009

El Ángel y el Demonio

El hombre terminó de contarme su triste historia y me preguntó:
-¿Y tú? ¿Cómo llegaste aquí?
-Fue también por una mujer- contesté- La única. La primera y última de mi vida. Apenas la conocí, mi vida empezó. Comencé recibiendo de ella todo lo que yo necesitaba, sin que ella siquiera lo supiera. No sabía yo qué esperar de ella; solo quería estar con ella siempre, pero obviamente el sentimiento no era correspondido. Perdí antes de tener. La amé en cuanto la conocí y supe que ella era todo lo que tenía. Pero ella me despreció en cuanto supo de mí. No solo me odió a mí, sino a si misma. La veía sufrir continuamente y yo sentía lo mismo. Ella no lo sabía. No sabía que yo también sentía. Creía lo contrario y no dudó en deshacerse de mí. ¿Cómo decirle que se equivocaba? Tan cerca y no podía hacerlo. Pronto vi mi mundo cambiar: el color de mi entorno, un color que rápidamente se desvaneció hacia lo negro; dolor, algo dentro de mi pequeño cuerpo me lastimaba y no podía hacer nada para evitarlo. Conocí el dolor antes que su cariño. Ahora sólo yo sufría mientras ella me ignoraba. Ella. Mi mamá.

Entonces llegué aquí.

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