sábado, 28 de noviembre de 2009

Mi abuelo y sus quejas (y las mías)

Pues no se me ocurrió nada más, sin embargo quería escribir (hoy es una de esas noches no muy buenas, en las que –extrañamente- me pongo a pensar que he hecho de mi vida… Bueno, no, pero ahora que lo pienso, debería hacerlo).

Total, hace poco platicaba con mi abuelo, se quejaba del clima, de la falta de agua, de la contaminación, de cuanto a cambiado nuestro pequeño pueblo y ahora es una “ciudad pequeña” (sin cines ni centro comercial, haha, quería hacerlo notar), de la juventud y lo pronto que se casan, de su infancia, lo que le cocinaba mi bisabuela, etc., etc., y un largo etc.

Y ahora que lo pienso, sí, la humanidad cambia, hemos cambiado mucho como sociedad y como seres. Pero no soy sociólogo ni filósofo, y esta no es mi noche de caos existencial.

Pasé junto a la feria y recordé la del año pasado… Demonios, por un momento me sentí tristemente sólo, pero recordé que la vida sigue y lo único que tenemos es el presente… En fin.

¿Estaré enamorado o es la presión? ¿Cómo sabes cuándo estás enamorado? Supongo que no debería preocuparme de eso… Pero es algo que no puedo evitar pensar… El amor… Un tema demasiado grande y confuso para mi cabeza… Lo dejamos para otro día.

He notado que últimamente dejo demasiadas cosas “para otro día”… Pero ese es tema que trataré otro día mejor.

¡Saludos!

Oh, olvide mis quejas… Me quejo del ruido, de la facilidad con la que algunas personas olvidan, de como crece la población y decrecen las ideas, de que ya no hay buena música (o la hay pero no me la pasan, también me quejo de eso), y de miles y miles de cosas más… Pero no me quejo de algo: De estar vivo. ¡Salud por eso!

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