jueves, 16 de diciembre de 2010

Un cuento de navidad

24 de diciembre, Nochebuena.

¡Bum!
Para que en verdad sea navidad se necesitan 3 cosas que todos ya conocemos: regalos, pavo... y cuetes .

Ricardito era un niño de 9 años a quien le encantaba todo ese pedo asunto de tronar cuetes. Decía muchas groserías y nunca hacía tarea. En pocas palabras, era un niño de esos a los que les vale verga todo. Ah, y aparte de todo se creía el muy fuerte y genial porque en lugar de decir "cuete", decía "cohete".

El día de nochebuena, Ricardito estaba afuera de su casa quemando cuetes con algunos amigos, presumiendo sus habilidades tronando esas chingaderas cosas.

Fue entonces que entró a su casa para sacar algo que pudiera sorprenderlos: el cebollitapalomabengala 5000. Era el cuete más cabrón impresionante creado hasta entonces. No podía esperar a prenderle fuego.

Tomó la caja de cerillos y se acercó al explosivo. Prendió la mecha... nada pasó.

-Puta verga, pinche cuete no sirvió a la verga- dijo el wey.
-¡Jajajaja!- se rió un pendejo.
-¡Jajajaja!- se rió otro pendejo.

Ricardito se acercó al cebollitapalomabengala 5000 para ver qué era lo que había pasado.

Vió que salía un poco de humo del cebollitapalomabengala 5000 y en cuestión de segundos, explotó y le voló la mano.
Por pendejo.

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