-Ok.
Una hora y diez minutos después.
-Hijo, ¿sí apagaste la estufa?
-...Sí, mamá.
Corre hacia la estufa
Pero era muy tarde: la estufa había alcanzado su máximo punto de presión que podía soportar la tapa... y explotó.
Le explotó.
Por pinche imbécil.