viernes, 21 de enero de 2011

La olla

-Hijo, en treinta minutos apagas la olla que dejé en la estufa, por favor.
-Ok.


Una hora y diez minutos después.
-Hijo, ¿sí apagaste la estufa?
-...Sí, mamá.

Corre hacia la estufa en chinga para apagarla.
Pero era muy tarde: la estufa había alcanzado su máximo punto de presión que podía soportar la tapa... y explotó.

Le explotó.

Por pinche imbécil.